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[av_heading tag=’h3′ padding=’10’ heading=’Un compañero cabal’ color=» style=» custom_font=» size=» subheading_active=» subheading_size=’15’ custom_class=» admin_preview_bg=» av-desktop-hide=» av-medium-hide=» av-small-hide=» av-mini-hide=» av-medium-font-size-title=» av-small-font-size-title=» av-mini-font-size-title=» av-medium-font-size=» av-small-font-size=» av-mini-font-size=»][/av_heading]
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Recuerdo muy claramente que coincidimos al hacer la matrícula en la Facultad de Derecho de la Universidad de La Habana. Eso fue en Septiebre de 1955. El tuvo problemas pues no contaba con la edad requerida para ingresar aunque le permitieron asistir a clases hasta que cumpliera los 17 años en Noviembre. Desde el primer momento surgió entre nosotros una simpatía que se transformó en poco tiempo, en una gran amistad. Eran impresionantes su firmeza y sus principios. Había en Luís un extraordinario interés por participar en todas las actividades del estudiantado universitario. Lo demostró desde el principio, tal es así que el 30 de Septiembre, sin haberse iniciado el curso aún, se preocupó por la conmemoración de la caída de Rafael Trejo y participó en el acto que tradicionalmente se efectuaba en esta fecha.
El día 24 de Febrero de 1956 cuando José Antonio Echevarría hace oficial la constitución del Directorio Revolucionario en el Aula Magna; Luisito fue uno de los primeros estudiantes en dar el paso al frente y es incorporado en la Célula de Pablo Silva, a esa misma me incorporé yo.
En los inicios de este movimiento lo que hacíamos era aprender a manipular diferentes tipos de armas en un local de la «Quinta de los Molinos». Nuestros instructores eran Joe Westbrook, Fructuoso Rodríguez y Faure Chomón. El recorrido hacia la «Quinta» lo hacíamos por todo San Lázaro hasta Infanta y de allí a coger Calos III, conversábamos mucho y tenía el concepto de que Luisito, además de ser un muchacho culto, tenía unas concepciones ideológicas muy avanzadas y mucha madurez política, algo fantástico dada su juventud. Por aquella época, la Universidad bullía, el espíritu revolucionario de los estudiantes era contundente, las actividades se sucedían una tras otra y todas terminaban en ser actos de protesta contra el régimen. Una de las anécdotas que mejor conservo en la memoria fue el día en que nos encontrábamos frente a la Escuela Normal, en la calle Infanta, allí teníamos muchas amistades personales y relaciones del quehacer revolucionario también. Pues bien, compré un periódico donde se podía leer a grandes titulares, la noticia de que Aurelio Sánchez Arango, había logrado romper un cerco policial que le hicieron en los alrededores del edificio en que se encontraba. ¡Qué descaro!, nada menos que en un periódico del esbirro Rolando Mansferrer. Luisito tomó la hoja y se puso a leer en voz alta con marcado acento satírico. Inmediatamente, dos policías que se encontraban en el parquecito nos arrestaron y nos llevaron para la 6ta. estación donde nos mantuvieron alrededor de tres horas.
Otro hecho importante para mí, fue el ocurrido en una de las actividades que hacíamos en las calles, en que uno de nuestros compañeros fue herido y Luis decide llevarlo él mismo para el hospital, pero antes me da una pistola que tenía, para evitar problemas si lo registraban y me advierte que no se la entregue a nadie más que a él.
Al otro día voy al Calixto García y llevaba la pistola conmigo pero en sus alrededores habían muchos policías registrando a todo el mundo. Cuando veo esto, salto una cerca del hospital y corro al local de los Rayos X donde pedía ayuda al médico, que era conocido para que me escondiera la pistola y rápidamente me acuesto en el aparato aquel como si me estuvieran tirando una placa, así pude desorientar a los guardias que no me reconocieron al entrar en el salón y siguieron de largo.
Luisito se enteró de todo esto y me mandó a buscar a su casa para mostrarme algo importante. Al entrar a su cuarto lo primero que hace es accionar una grabadora de cinta y escucho una voz muy solemne haciendo una despedida de duelo y que al final decía: …»y aquí yace un imprudente».
El era así, a veces, un poco jaranero. Poseía una tremenda habilidad para manejar la ironía. Eso sí, era respetuoso hasta la saciedad y sobre todo con las personas mayores que él. Su personalidad era de un extraordinario carisma. Saciable y desenvuelto para ganarse las simpatías de sus compañeros, a tal extremo que en ese mismo año fue electo como Delegado de la Asignatura de Teoría del Estado y seguro estoy que de no haberse cerrado la escuela y Luis seguir en ella hubiera llegado a ser una figura de relevancia a nivel de la Universidad. De todas formas hoy lo es a nivel de su Patria, pues no cejó en su caro empeño de luchar, luchar hasta llegar a las más caras consecuencias por ver libre a la tierra que lo cubre y honra como digno representante de aquella gloriosa Generación del Centenario.
Félix Pérez Milians
(Fue miembro del Directorio Revolucionario. Actualmente trabaja como Funcionario del Comité Central del Partido Comunista de Cuba).
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