Hay obras que por su trascendencia o palpitante humanidad se convierten en carnes de mito. Eso sucede con La Catedral del Helado, en versión y dirección de Sarah María Cruz, directora de Teatro del Sol, quien hace 24 años realizó ese montaje basado en el cuento El lobo, el bosque y el hombre nuevo, de Senel Paz, ganador del Premio Juan Rulfo en 1990.
Sarah María Cruz realizó su puesta en escena en 1991, dos años antes de que Tomás Gutiérrez Alea (Titón) filmara su mítica película Fresa y chocolate. Una gira por más de 14 países le hizo merecer varios premios y galardones; entre ellos, del Gran Prix de puesta en escena en el Festival Internacional de Teatro de Lugano, Suiza.
Ahora Sarah María trabaja en una nueva puesta que pretende estrenar el 6 de enero de 2015, la cual estará en cartelera todo ese mes, con funciones de martes a jueves, a las 8.30 p.m., en la Sala Adolfo Llaurado. La Catedral… contará con la participación del joven actor Manuel Alejandro Rivera, quien apenas tenía un año cuando la obra se estrenó en La Habana. Esta fue la primera pieza que vio en el teatro y desde entonces ha sido un sueño poder interpretarla.
Manuel Alejandro Rivera está seguro de que será un reto. Este es su primer monólogo y le brindará la posibilidad de transitar de un personaje a otro, de una psicología a la otra, de ahondar en matices y entregarse a tope. Recuerda que lo vio por vez primera en la interpretación del actor Joel Angelino y quedó encantado.
Después, ha seguido la obra de Sarah María: Mi socio Manolo, El otro Javier y Manteca. Considera que su trabajo es toda una escuela; por eso ha puesto todo el empeño posible y ha estudiado mucho.
«Me encantan los personajes. Los dos protagónicos son totalmente diferentes: David, joven militante de la Juventud Comunista, que vino del campo a estudiar en la Universidad de la Habana; Diego, homosexual, sensible, creyente y conocedor de la obra de José Lezama Lima. Puedo alternar de uno a otro apoyándome en toda la técnica del actor, aprendida de los grandes maestros».
Integrado a Teatro El Público, grupo de elevado prestigio donde se siente acogido, considera a Carlos Díaz como un padre, un amigo que le ayudó muchísimo cuando lo necesitó.
Con una incipiente carrera, ha tenido la suerte de trabajar bajo la dirección de Díaz en Calígula, interpretando a Helicón, un verdugo sucesor del protagónico, una especie de sacerdote. En Noche de reyes, también conducido por el director de Teatro El Público, encarnó al capitán, a los policías uno y dos, y a los náufragos. En el espectáculo de graduación de la Escuela Nacional de Arte, fue parte de la puesta Lorca con un vestido verde, de Nilo Cruz. Igualmente, ha trabajado con Fernando Echevarría, a quien le agradece todo cuanto le ha aportado.
Asimismo, ha sido posible apreciar su desempeño en el performance La última cena, dirigido otra vez por Díaz y representado en el Museo Napoleónico con motivo de La Bienal de Habana; así como en varios capítulos de Tras la huella, policíaco producido por la Televisión Cubana.
En esta oportunidad se siente con mucha suerte. Admira las obras de Sarah María Cruz y su capacidad para hacer versiones, para sacarle la sustancia a los textos. Afirma que en La Catedral del Helado, un monologo de más de 60 minutos, ella lo tiene todo pautado, como un bordado o un tejido.
Sobre los rigores de la pieza dice que requiere de mucha concentración, mucho trabajo y persistencia; porque se trata de una historia que es una joya sencilla pero muy valiosa.
Por: Octavio Borges Pérez
Fuente: AHS Nacional