La tarde en que estrechó mi mano por primera vez, tuve la sensación de que era un vecino que ahora yo no miraba con esa familiaridad, sino que estaba allí para observarlo desempeñarse como el profesional que es. Sin embargo esa sensación duró apenas un par de segundo, una vez que cruzamos las primeras palabras, fue fácil, el diálogo no tuvo preámbulos y poco a poco, cada uno se dejó llevar por la conversación…
LA: Bienvenido a la Casa, sede también de la filial provincial de la Asociación Hermanos Saíz en Pinar del Río, porque esta vez vienes invitado al espacio «Cine en Casa», bajo la dirección de Freddy, y espero que desde tu llegada Pinar del Río te haya tratado bien, y que la proyección resulte tan exitosa como esperas que sea. No obstante este pequeño intercambio es para dejar un registro de esta actividad de carácter mensual, y si no te molesta, porque estoy seguro que surgirán otras preguntas, mientras hablamos te iré interrumpiendo si fuera necesario, ¿te parece?
TC: Sí, claro, como quieras…
LA: Entonces, como mientras investigaba no encontré casi ninguna información sobre ti, la primera pregunta, ¿cuál es el origen de Tomás Cao? ¿De qué provincia, qué barrio, qué tipo de familia?
TC: Déjame responder de atrás hacia adelante, ¿Barrio? El cerro, provincia La Habana, y de una familia trabajadora.
LA: O sea, en el decir del buen cubano, una familia de origen humilde.
TC: Sí, exacto, no quise decírtelo así como sale en los libros, pero esa es la realidad.
LA: Hay algo que me llama mucho la atención, tú eres graduado del Instituto Superior Arte…
TC: No, no me gradué del Instituto Suprerior de Arte…
LA: ¿De qué te graduaste?
TC: De nada, primero estudié Matemáticas, la dejé en cuarto año y estudié Matemáticas y lo dejé en segundo.
LA: !Vaya…! Entonces, ¿fue difícil para ti entrar a la televisión y al cine?
TC: Sí, en el año 2004, increíblemente, creo que fue un golpe de suerte, entré al cine primero, en ese año hice «Habana Blues», después estuve un tiempo sin hacer cine, y a partir de eso entonces, tuve una laguna como de 3 o 4 años para poder entrar a la televisión.
LA: En cuanto al cine, ¿cómo llegaste al set?
TC: Estaba estudiando en el Instituto Superior de Arte, y Benito Zambrano, un director español hizo durante 6 meses un proceso de casting por todo el país y empecé a participar en el casting y en las eliminatorias, y un día me llamaron para decirme que finalmente había sido seleccionado para un personaje.
LA: ¿Y en la televisión?
TC: Fue con un teleplay que se llama: «Cuéntame poeta», eso fue en el 2006 o 2007, que también fue otro proceso de casting, y no me querían porque en ese momento yo estudiaba en el Instituto Superior de Arte y en aquel momento los estudiantes no podían trabajar, ahora sí pueden… en cuanto al casting hice lo posible porque sucediera.
LA: O sea, que eres casi un adolescente en la televisión según la línea de tiempo que describes
TC: Sí, 10 u 11 años…
LA: De tus personajes, ¿cuál es el que más se parece a ti?
TC: No sé, porque hoy no me parezco al de ayer
LA: Y no sientes que ninguno de esos personajes te tipifica?
TC: No,y además es exprofeso… hay algunas cosas mías en los personajes, alguna gestualidad u otras cosas, pero no creo que me identifique nada que yo haya hecho.
LA: De todos tus personajes, cuál es el que más te identifica y el que identifica al cubano de hoy?
TC: No sabría decirte, pero según referencias, creo que fue el personaje de la serie «UNO», un cubano criollo, jaranero, y un poco que a la gente eso le llegó más.
LA: Dicen que lo importante en casi todos los caminos, no es llegar sino permaneces, ¿qué tan difícil es llegar al cine o la televisión hoy, existe algún camino específico, una vía? Y lo pregunto porque mucha gente no conoce cómo llegar a esos medios.
TC: Creo que es tan difícil como siempre ha sido, ¿no? Lo que a lo mejor ahora hay un poco más de apertura de trabajos de cine independiente, y obras donde se están convocando a los jóvenes, antes por ejemplo les decían vacas sagradas a actores consagrados, que eran buenos actores pero que estaban en casi todo, lo que hacía difícil el acceso a los jóves. Yo soy un ejemplo perfecto de que es posible entrar a esos medios, algunos directores me dieron la oportunidad de hacer personajes mayores a mi edad real, cosa que por casting hace 15 años atrás nadie me hubiese contemplado para eso, esa es la realidad. La manera es no parar haciendo casting y todo lo posible por enterarte de lo que ocurre en el medio, eso es un responsabilidad de cada quien, porque la dinámica en el mundo de la actuación aquí, no es como en otros países que tienes una agencia, un representante, aquí funciona de otra manera, aquí tienes que hacerlo tú y hacer casting; a veces me llaman, pero tengo que hacer muchos castings también porque hay muy buenos actores.
LA: Llegaremos ahí al tema de los actores, pero en estos diez años has trabajado en muchas producciones audiovisuales, ¿cuál de esos trabajos crees que te llevó a ser realmente conocido?
TC: Le debo mucho a un trabajo que hice con el director Charlie Medina, a quien respeto mucho, y fue el teleplay «Cuéntame poeta», y por supuesto, «Habana Blues», que se exhibió en el mundo entero, aquí solo se puso tres veces en el cine, pero después todo el mundo la copió de memoria en memoria.
LA: Aún es impactante…
TC: Y creo que es la primera película que aborda el tema de los músicos qe no están en la palestra de los medios audiovisuales y tratan de contar esa historia de una manera alternativa.
LA: Llegando al punto de los músicos, y digamos una especie de disgresión necesaria, es imprescindible que ahora te pregunte sobre «Fátima», ¿tiene algún punto de contacto con «Fresa y Chocolate»?
TC: Sí, creo que sí. Jorge Perrugoría, el pichy, el director dice que no, que no era su propósito que no tenía nada que ver, pero yo durante los ensayos, la prefilmación y la filmación sentía que se respiraba un ambiente igual al de «fresa y chocolate», y creo que sí, el tema gay, los personajes marginados, de la tolerancia, y hablaba de términos parecidos.
LA: Pero, este es tu primer trabajo fuera de la línea de todos tus personajes anteriores…
TC: Sí, porque mi idea era que el personaje del proxeneta fue más crudo desde el inicio y el director me dijo que no, que era mejor darle matices…
LA: ¿Qué tan difícil fue la escena en que le dices a Carlos Enríque: «Te agarré muchachito»?
TC: Efectos especiales, se lo digo a todo el mundo. No sucedió nada… (sonríe)… fue una escena compleja, fue la primera que filamamos cronológicamente… y había tanta tensión por parte de los dos, estábamos tan nerviosos que la primera vez que entro a cuadro en la película me caigo y cuando le voy a dar el beso, ambos nos partimos el labio…
LA: Bueno, esta es una pregunta que repito sobre todo en este espacio: ¿Qué tan difícil es el trabajo de un actor cubano hoy?
TC: Muy difícil… muy difícil… debido a todos los aspectos, se pasa trabajo para trabajar, con eso te lo digo todo, en algunos lugares menos que en otros, pero siempre se hace un esfuerzo, hay producciones en que hay una atención al actor, a todas las especialidades, y hay otras que son un desastre…
LA: No voy a indagar con eso del desastre, porque creo mejor dejarlo así.. ahora, en cuanto a las telenovelas y los teleplays… hay algo que me llama mucho la atención, tienen algunos actores negros, ¿hay poco actores y actrices negros y negras? ¿o hay muchos actores y actrices negros y negras?, ¿o hay muchos que no se conocen? Sin que entremos en un tema de racialidad, ¿cuál crees que sea la causa?
TC: He dado esta respuesta varias veces. Hay pocos actores negros en la televisión y en el cine, pero no hay pocos en Cuba, pero es como el cuento del huevo y la gallina, mientras más oportunidad haya para un actor negro de trabajar, más habrá para otros, y más para ese mismo actor de ser conocido. Como bien dices, no hay que entrar en un tema de racialidad, pero es inevitable. Creo que hay una postura que debe tenerse a la hora de asumir una responsabilidad cuando se escribe un guión, y no escribir personajes de tal o mas cual color, porque se le debe hacer casting al actor no al color. La idea es que cuando estés trabajando, desde el casting incluso, el color no importe, incluso una vez que estés trabajando y muestres el resultado, el espectador, vea a una persona, no a un blanco o negro, a menos que sea algo de época o algo que no tenga nada que ver con la sociedad modernísima que se está viviendo. El espectador ve un hombre no un color. Hay una ley en Estados Unidos, que se llama «Afirmative Action», donde se le exige a las producciones que haya entre los protagónicos al menos un personaje con rasgos asiáticos, otros con rasgos latinos y otro negro, para que todas las minorías se sientan representadas… en Cuba, ¿cuál es la minoría? No sé, porque como somos una gran mezcla… aquí debería contemplarse ese tipo de ley…
LA: Ahora que hablabas de los medios, ¿qué papel podría jugar internet para todos esos actores y atrices que están por toda Cuba, pero que no todos trabajan?
TC: Bueno, el actor es un producto, si no se vende, si no se promociona está desprotegido, una de las cosas que sucede con los actores en Cuba es que estamos totalmente desprotegidos. Con internet puedes primero estar al tanto de todo lo del medio, y puede uno promocionarse, tener sus propias páginas…
LA: Pero, ¿no tienes página o sí? ¿sección en facebook?
TC: La utilizo poco pero la tengo… el problema es otro…
LA: Si tuvieras que salvar de un incendio, alguno de tus trabajos y pudieras salvar solo, ¿cuál de ellos salvarías sin que te quedara cargo de conciencia por perder los demás?
TC: ¿Sabes qué? Sí, salvaría «La emboscada», es una película, la última en que trabajé, y es un personaje que demandó mucho de mí, mucho más que «Fátima» incluso.
LA: Te agradezco en verdad por tu tiempo, y Pinar te abre sus puertas para cuando quieras venir a filmar o a pasear, seguro que encontrarás un amigo, un conocido, un guía, y puede ser que hasta parientes encuentres por acá… así que muchas gracias.
Al día siguiente de esta entrevista, cuando era el momento en que Tomás regresaba a La Habana, nos encontramos, cruzamos saludo y compartimos la última conversación de ese momento, caminamos entre la gente y se detuvo sin esfuerzo alguno en varias ocasiones para tomarse fotos con quienes se lo solicitaban, ya en el punto en que debía dirigirme hacia otro lugar, nos depedimos, pero no como quien lo hace con un visitante, o un turista, sino como quien despide a un amigo con la certeza del reencuentro….